La tasa crítica de rentabilidad es una de las enseñanzas más valiosas de Benjamin Graham. Permite a los inversores tomar decisiones racionales, evitando la especulación y las emociones del mercado. Mantener una tasa fija ayuda a identificar buenas oportunidades y garantiza inversiones alineadas con los objetivos financieros a largo plazo.
Benjamin Graham, el padre de la inversión en valor, dejó muchas enseñanzas, pero una de las más importantes es la importancia de definir y mantener una tasa crítica de rentabilidad.
Este concepto ayuda a los inversores a tomar decisiones objetivas y a evitar dejarse llevar por las emociones o las fluctuaciones del mercado.
Establecer una tasa crítica de rentabilidad significa fijar un estándar mínimo de ganancia esperada antes de comprar una acción.
Seguir esta estrategia permite invertir con disciplina y lógica, en lugar de caer en la especulación o las tendencias pasajeras.
Una vez definida la tasa crítica de rentabilidad, lo mejor es mantenerla.
Aunque las condiciones económicas cambien, es clave seguir el criterio original.
Solo debería ajustarse si los objetivos a largo plazo han cambiado.
Una tasa crítica de rentabilidad constante es una de las mejores herramientas para tomar decisiones de inversión.
Veamos el ejemplo del inversor A.
La figura 4.4 muestra cómo el inversor A aplica este principio.
Si su tasa crítica de rentabilidad es del 5 %, podrá pagar hasta 28,43 dólares por acción de la compañía XYZ.
A ese precio, la acción podría valer 40 dólares en siete años.

Si compra por menos de 28,43 dólares, obtiene una buena oportunidad.
Si paga más, reduce su margen de ganancia.
La clave está en respetar la tasa crítica y no ceder ante las fluctuaciones del mercado.
Veamos ahora, el ejemplo del inversor B
El inversor B busca una rentabilidad del 10 %.
Para lograrlo, no debería pagar más de 20,53 dólares por acción de la compañía XYZ.
Si paga menos de 20,53 dólares, aumenta sus probabilidades de éxito.
Si paga más, compromete su rentabilidad futura.
La figura 4.5 ilustra su situación.

El inversor C es aún más exigente y busca un 15 % de rentabilidad.
Para lograrlo, no debe pagar más de 15,04 dólares por acción.
Como muestra la figura 4.6, cuanto mayor es la rentabilidad esperada, más difícil es encontrar oportunidades.

Este inversor necesitará paciencia y disciplina para esperar el precio adecuado.
No es necesario entender por qué otro inversor vende.
Lo único que importa es que la inversión tenga sentido.
Si es posible valorar una empresa y comprar sus acciones a un precio que cumpla con la tasa crítica de rentabilidad, la decisión es sencilla:
Si el precio ofrece la rentabilidad esperada o más, es una compra acertada.
Si no, lo mejor es esperar.
Este enfoque, inspirado en Benjamin Graham, ayuda a invertir con confianza y sin dejarse llevar por las emociones del mercado.
Puedes elegir tu propia aventura, pero recuerda: al final, gana lo simple.
Diego Matianich